Era el momento, llevaba más de 3 meses preparando este día
25 de Agosto de 2013. Amanecí a las 4:30 am para comer un rico sándwich, salí
de su casa, el metro abierto desde las 6 am repleto de corredores y justo a las
6:30 hrs llegue a la zona de arranque; desde que desperté estaba escuchando
música clásica de Bach como en todas mis competencias donde se que podría
ponerme nervioso, comencé mi calentamiento...
Faltando 5 minutos para las 7 am
esperando el disparo de salida repetía el mantra “Hoy me toca ser un corredor,
soy un corredor, corro con el 100% del corazón y la resistencia. Estoy
corriendo porque puedo y llegué a este mundo para ser exitoso en todo”.
¡¡BANG!! Start al reloj y empecé a correr, primeros 5
kilómetros sin problemas a tiempo con forme lo planeado pero se me despegan las
cintas protectoras de rodilla, las arranco sin parar y continuo, 6, 7, 8… 13,
14 y 15 kilómetros y me estrello con una señora que iba cruzando entre los
corredores, no me caigo pero si me desequilibra un poco, continuo impresionado
de que estoy aguantando el ritmo y llegando
a la esquina de Insurgentes y Nuevo León en el kilometro 32 comienzo a
sentirme cansado, más de 4 corredores “elite” caminando, paramédicos atendiendo
a corredores lesionados, tomo un sorbo de gatorade y nada, sigo bajando el ritmo, me pesaban las piernas, hago 3 sprints y nada, consumo un GU y seguía
igual, pasaba la gente a mi lado diciéndome: “Eso es todo Carlo, es tiempo de
trotar”, “ya se acabo todo, trota hasta donde puedas”, y el peor, “Joven ¿gusta
que le hable a una unidad del ERUM para que lo revise?”. No pensaba en otra
cosa diferente más que en llegar a la meta en el tiempo que me había propuesto,
me paraba cada 2 minutos, corría en “zig-zag” no sabía lo que era el famoso
“muro del maratón”.
Prolongue mi agonía pensando en John Stephen Akhwari y como
tuvo en mente acabar lo que uno empieza.
Pasando el kilómetro 33 me encuentro a Pato Fiel y lo saludé, una señora
me alcanzo y me dijo: “Se nota que es tu primer maratón, toma, dale un trago a mi
refresco de cola”. ¡Glup glup! En 5 minutos “el muro” había desaparecido, en el
kilometro 38 aceleré con todo y cuando iba llegando al estadio mi familia me
saluda y desde ahí comienzo a llorar recordando que mi padre y mi mascota
Clarita no iban a estar presentes; llego a la pista de tartán del estadio
olímpico de mi segundo hogar, la UNAM, veo el pebetero ardiendo y cruce la meta
diciendo: “Tu dijiste que siempre estarías cuidándome y hoy se que corriste
conmigo papá”. Recibí felicitaciones de mi madre, hermana, abuelos, mi tía
Cristina, mi prima Karla y mis amigos que se enteraron que realice mi primera
prueba de 42.195 kilómetros llamada maratón.
En conclusión la vida es como un maratón tienes que
empujarte hasta el límite, hasta ese límite donde pocos están dispuestos a ir.
Esta meta no pude haberla hecho solo sin las orientaciones, protecciones y
regañadas de mi coach, mi nutrióloga, mi terapeuta físico, etcétera que me
acompañaron a realizar el Maratón de la Ciudad de México 2013 con un tiempo de
3:22 hrs.
Si lo vuelvo a leer, ahora si lloro.
ResponderBorrarBrillaste y sin duda seguirás brillando como runner.
Como lector, te puedo decir que tu texto me causo muchos sentimiento por tu forma de contar las cosas, gracias.
En otro orden de ideas: felicidades por ser :médico, maratonista y un gran ser humano!!!; además sabes redactar (que eso, pocos médico lo sabe hacer bien.)
Di.O.R
*motivador :)
ResponderBorrarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrar